Tengo una debilidad. Lo reconozco. Mi corazón es azul. Por eso celebro cada año el 2 de abril. Por eso y porque creo que hay que dar visibilidad a lo que no se ve. Y creo que, en parte, tengo que ser la voz de los que no pueden hablar.
Cada 2 de abril me visto de azul. Pero mi corazón no. Mi corazón lo hace cada día. Cada día que veo esas sonrisas, esos abrazos, incluso esos cabreos. Cada día que escucho una palabra nueva en algunx de mis pequeñxs. Cada vez que veo una nueva interacción con otros, un atisbo de juego con los demás, una nueva situación resuelta a pesar de la dificultad. Cada día que veo el gran esfuerzo que hacen por comunicarse, por hacerse entender, por compartir su mundo como ellxs lo ven. No se trata de otra cosa más que eso. Ver el mundo con otros ojos.
Cada día que desmenuzo la conducta social para explicarla en imágenes. Con tan solo un lápiz y papel haciendo monigotes. Monigotes que mueven su mundo y también el mío.
Hoy grito por todxs los que no tienen voz. Por lxs que están y lxs que han pasado por mi vida enseñándome tanto. Por ellxs y sus familias que a veces también se quedan mudas pero también saben gritar y pedir lo que es suyo. Lo que es justo. Un mundo con oportunidades. No las mismas. No. Las necesarias. Un mundo en que la inclusión sea real. Por eso también grito. Grito y peleo.
Mi corazón hoy se viste de azul porque quiere un mundo adaptado. Un mundo comprensivo. Que valore su esfuerzo y el de cada familia. Un mundo que sea capaz de mirar con sus ojos, porque sólo se trata de eso. De diferentes maneras de comprender el mundo.
Gracias a todxs lxs pequeñxs y pequeñxs que me enseñaron y me enseñan tanto. No imagino una manera más bonita de ganarme la vida.
Seyla